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¿Derechos de autor, o torcidos?

Los derechos de autor llegan o no llegan, pero si llegan es casi siempre tarde, razón por la cual un escritor que no sea hijo de sheik petrolero o de Henry Ford III pasa buena parte de su vida ganándosela como puede. (Falencias de la lengua: ¿por qué no “torcidos de autor”, por qué no “perdiéndosela”? Obstinada hipocresía de ese vocabulario cómplice de la sociedad en lo que tiene de peor, sepulcros blanqueados de tres o cinco sílabas.)

—Julio Cortázar, “Translate, traduire, tradurre: traducir”.